Cuando nace el ser humano ¿se decide su destino biográfico por el género? Esta es una cuestión que desata polémica y suele quedarse sin respuesta clara. No es para menos, pues su mero planteamiento manifiesta creencias y prejuicios arraigados en la tradición de una cultura con fuertes rasgos sexistas.
Hoy que vivimos en una época signada por propósitos liberadores, conviene ensayar una propuesta explicativa que esclarezca las diferentes tensiones y controversias. Creo que se puede tener la esperanza que los ajustes históricos de conceptos, alcancen, en su análisis y reflexiones, a las ideas que dominan la manera de tratar y concebir a los varones y a las mujeres de nuestra realidad.
Suele considerarse a los varones con mejores condiciones para adquirir competencias en la participación que las mujeres. Si al nacer se es varón, en ocasiones se considera que la suerte está a su favor y desde luego que se depositan amplias expectativas de vida. Ya se les imagina con fuerza, habilidades físicas, natural autonomía y esperanzas desmesuradas por el futuro.