Índices y catálogos de escrituras del Siglo XVI. Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México

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Desde hace varios años los archivos notariales se han convertido en centro de atracción de los historiadores que han encontrado en ellos datos valiosos sobre biografías de personajes destacados, sobre movimientos económicos y sobre formas de convivencia social y vida cotidiana. En casi todos los casos, la búsqueda resulta agotadora, porque los protocolos notariales se encuentran en su peculiar orden, que poco ayuda a la labor del investigador.

El Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México conserva una gran cantidad de volúmenes de los siglos XVI a XIX y proporciona como única guía la lista de notarios consignados, con información de los años contenidos en sus libros y el número de legajos átomos que los contienen. Hace más de cuarenta años que el notable investigador y paleógrafo Agustín Millares Carlo inició una cuidadosa labor de catalogación, que ha sido y sigue siendo de enorme utilidad para los estudiosos de nuestra historia. En los dos volúmenes que se publicaron como fruto de su trabajo, no sólo se aprecia la secuencia de operaciones registradas en los protocolos de varios escribanos, sino que estás se describen en sus términos esenciales, de modo que son muchas las veces en que su consulta suple totalmente a la revisión del propio documento. Los índices analíticos y onomásticos al final de cada volumen agilizan y hacen más útil el manejo.

Los miembros del Seminario de Historia de las Mentalidades del Centro de Estudios Históricos de el Colegio de México, iniciamos nuestra investigación en el archivo con el objeto inicial de localizar la información necesaria para nuestros proyectos. Conocedores de los temas de interés de algunos compañeros, no quisimos limitarnos al rescate de lo inmediatamente utilizable, sino que planeamos un sistema de ordenamiento que facilitase el trabajo de otros historiadores. Nos impulsaron a ello varias razones: en primer término el mal estado de algunos documentos, en progresivo deterioro, hace temer que lo que hoy todavía es legible deje de serlo en fecha más o menos próxima. Además pensamos manifestar así nuestra posición contraria a quienes esconden sus tesoros documentales o piensan que porque consiguieron descubrir unos manuscritos valiosos ya lo lograrán realizar una obra memora memorable.

Los documentos no son sólo la materia prima y la labor de paleografía y clasificación es tarea artesanal para la que cualquier historiador ha recibido una formación básica imprescindible. El deseo de continuar lo que Millares Carlo comenzó era un nuevo acicate. Y por último, aunque quizá fue lo que nos dio el impulso inicial, deseamos manifestar de ese modo nuestra gratitud por la generosa y desinteresada ayuda que hemos recibido de quienes tienen a su cargo el archivo, lo atienden amorosamente y facilitan el trabajo de cuantos acudimos a consultarlo.


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