No era posible aceptar que en el año de 1941 nos rigiera un Código Civil donde se reglamenten formas de testamento que son casi exactamente las mismas bajo las cuales testaban los romanos, dos mil años antes de Jesucristo. Un espíritu de renovación, el ansia de destruir los cartabones tradicionales para construir sobre sus ruinas algo nuevo y mejor, nos llevó a estudiar la posibilidad de suprimir todas las distintas formas de testamento que el Código autorizara,.