El contrato como manifestación de la voluntad es un reflejo de la Institución Jurídica de la Propiedad Privada cuyo reconocimiento se enlaza el principio de la autonomía de la voluntad de los particulares, si bien limitada en diversas formas constituye la piedra angular en la teoría contractual.
El principio de la autonomía de la voluntad gobierna la vida contractual en el Derecho Civil Mexicano.
Las limitaciones que sufre el principio de la autonomía de la voluntad son excepcionales.
La Ley mirando un interés general establece la forma en los contratos para seguridad de las partes y como un medio de prueba que les permita acreditar su derecho constituyendo un elemento de validez que produce la anulabilidad del acto.