Entre los numerosos temas que ofrece la Ciencia Jurídica, me he inclinado a escribir sobre las "Sociedades de Capital Variable", por parecerme que el Derecho Público es la rama más propicia a las divagaciones y en algunos casos un campo adecuado paro alentar fantasías.
No sucede otro tonto con el Derecho Privado, la parte más seria de esta disciplina y que tiene un historial más respetable.
En nuestra patria, y particularmente en nuestra Facultad, el derecho civil ha sido objeto de estudios bastante completos, lo que no acontece con la otra división del Derecho Privado, el Mercantil.
En este último, el alumno encuentra verdaderas lagunas, más notorias en la materia de que se ocupa este modesto ensayo, ya que las sociedades las estudian los catedráticos de la Facultad, casi exclusivamente desde el punto de vista civil -en el curso de Contratos Civiles- desde que en el año de 1937 quedó suspendido el curso de Sociedades que existió con anterioridad como asignatura en la carrera de abogado.
Sin embargo, nadie ignora las relaciones que tiene el Derecho Mercantil con la Economía, no solo nocional, sino aún mundial.
Los problemas que plantean las sociedades son de lo más complejo y, en una gran parte, depende de una acertada legislación el impedir que, de estos organismos económicos tan poderosos, se aprovechen hombres sin conciencia que ponen en juego manejos poco escrupulosos para defraudar no solo a los terceros; (ajenos del todo al contrato de sociedad), sino aún a sus propios asociados.