El 10 de mayo de 1978 será una fecha memorable en los anales del Registro Público de la Propiedad. Sólo algunos meses antes, la centenaria Institución seguía conservando su aspecto vetusto y evidenciando los estrago de la obsolescencia: decrepitas instalaciones, estructuras anquilosadas y mecanismos operativos anacrónicos. Parecía como si en torno a la primera Institución Registral de la república, el tiempo se hubiese deslizado con extrema parsoniana.