Al presentar este tema, mi intención es ofrecer al lector autorizado, y someter a su alta consideración, algunas reflexiones y líneas de conducta personales, a propósito de lo que en mi opinión es lo procedente tanto en el manejo adecuado de los elementos jurídicos y materiales partícipes en la actividad notarial, como en el conocimiento y la aplicación de los conceptos relacionados, resultado éstos del legado a nuestro favor proveniente de generaciones pasadas, precursoras de la evolución de las ciencias y de las técnicas respecto de todo lo relativo a nuestro desempeño profesional, y generadoras de un enriquecimiento intelectual constante al paso del tiempo. Los frutos de esa presencia han terminado por incorporarse a los ordenamientos especiales rectores del notariado; cuanto más sea el apego a esos resultados, mayor será el entendimiento de la terminología habitual tenida lugar en la dinámica de los instrumentos notariales, derivado todo ello de una familiaridad mayor con dichas instituciones. Esa actitud abierta permite un grado mayor en el ajuste del instrumento con la realidad vivida en la persona y en el patrimonio del o de los interesados, lo cual es un principio fundamental en el desempeño de esta nuestra actividad, y no, por el contrario, pretender circunscribir la realidad, en ocasiones con su distorsión, para ajustarla al "machote". Ciertamente, una actividad notarial, meramente transcriptora, ya hace tiempo quedó atrás para bien del ejercicio profesional del notariado.