“En el principio, Dios creó los cielos y la tierra y ésta estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían el haz del abismo, más el espíritu de Dios se incubó sobre la superficie de las aguas.
El Genesis, en el primer párrafo de su primer capitulo habla de del agua. En la historia de todos los pueblos, el hombre relacionó el agua con sus divinidades. El agua de la lluvia siempre fue considerada como una deidad benéfica que fecundiza la aridez, de la tierra; de las aguas de las tormentas también fueron divinizadas, pero con un maíz diverso, como el símbolo de la irrasibilidad de los dioses por las ofensas cometidas por los hombres. La palabra océano se deriva del latín y es el hombre de un titan: hijo de Gea, la tierra y de Urano y del cielo; Océano representa a todos los mares era un reflejo de su padre…”